El ajo es una de las hortalizas con más propiedades medicinales del huerto: se le conocen propiedades anticancerígenas, antiinfecciosas, contra la tensión alta, para regular los niveles de azúcar en sangre y el colesterol, además de favorecer un muy buen estado de salud general sobre todo si se ingiere crudo y en ayunas.
Una de las formas en que se puede comer esta hortaliza y quizás la menos conocida es como ajete o ajo tierno, cosechado aún en verde antes de que la planta engrose el bulbo. De esta forma mantiene un aroma y sabor muy agradables similares al del ajo maduro aunque algo alejados de ese sabor picante tan característico.
En esta ocasión vamos a cultivar los ajetes en macetas, para poder cosechar del balcón nuestro manojito de ajetes y ofrecerlo, por ejemplo, en un revuelto cocinado en el acto en una cena con amigos.
Para ello necesitaremos encontrarnos en otoño o invierno, unos buenos ajos (morados a poder ser), buena exposición solar y 2 meses de paciencia. Dispondremos los ajos con el «culo» hacia abajo y separados al menos 3 dedos unos de otros en el fondo de una maceta sobre una capa de sustrato de 7 centímetros al menos. Con un sustrato bien suelto, humus de lombriz, un poco de ceniza espolvoreada sobre los ajos y éstos enterrados unos 15 centímetros al menos, obtendremos unos ajetes de categoría.
